sábado, 9 de enero de 2016

En el siglo XIII, una familia procedente de Ávila, los Blázquez-Mayoralgo, se instala en la ciudad de Cáceres.

Unos años antes el rey Alfonso IX de León dictaba los fueros de Cáceres tras la reconquista de la ciudad. Estos fueros, intentan sobre todo, alentar la repoblación de la misma. Mediante estos fueros, Alfonso IX dictó una serie de normas institucionales por las que a partir de entonces se regiría la vida en la ciudad:
-Se reconoce a los pobladores de la misma como hombres libres.
-Se prohíbe a las órdenes militares y religiosas que se establezcan dentro del recinto amurallado.
-Se prohíbe que ningún poblador de la ciudad pueda venderles a las órdenes anteriormente citadas propiedades intramuros.

Poco después, el 12 de marzo de 1231, el rey Fernando III ratificó dichos fueros y los aumentó decretando que:

En la ciudad no podrían levantarse más palacios que uno para el rey y otro para el obispo para de esa forma dejar claro en manos de quien recaía la verdadera autoridad en la ciudad.

Todos los que desearan ir a repoblar Cáceres serían iguales ante los ojos de la ley ya fueran cristianos, judíos o sarracenos, sin que ninguno de ellos tuviera que responder por actos realizados antes de la reconquista de la ciudad.

Dos siglos después (1479), los Reyes Católicos visitarían Cáceres y jurarían sus fueros.

Ante esta situación, la recién llegada familia Blázquez-Mayoralgo, se instala fuera de los muros de la ciudad por consejo del rey Alfonso IX, posteriormente en el siglo XV fue levantada la prohibición y construyó el Palacio en la plaza de Santa María. Esta familia consiguió disponer de gran poder económico y social. El gran poder de esta familia de la nobleza les permitió la constitución del primer mayorazgo de la Provincia de Cáceres el 18 de junio de 1320. De este hecho, se produce después de un trastoque lingüístico el nombre del apellido familiar Mayoralgo.

El mayorazgo era una institución del antiguo derecho castellano que permitía mantener un conjunto de bienes vinculados entre si de manera que no pudiera nunca romperse este vínculo. Los bienes así vinculados pasaban al heredero, normalmente el mayor de los hijos, de forma que el grueso del patrimonio de una familia no se diseminaba, sino que sólo podía aumentar.

Separado del Palacio Episcopal por la Calle del Arco de la Estrella se alza la rotunda construcción del Palacio de Mayoralgo, bajo cuyos cimientos han aparecido importantísimos restos desde la época romana. El Palacio de Mayoralgo, como la mayor parte de las construcciones cacereñas, es fruto de la integración de varios inmuebles. Lo que hoy es el jardín fueron en su día las Casas del Maestre, pertenecientes a la madre de Gómez de Solís. La fachada lateral forma parte del solar de una de las ramas de los Aldana, cuya portada gótica se reabrió a la mitad del siglo XX y cuya torre se situaría hacia la esquina de la Plaza de Santa María. Las casas originarias de los Blázquez serían aquéllas que se situarían hacia la Cuesta de Aldana, con dos torres, una que se integró en la fachada principal y otra en el actual jardín, que se ha reconstruido en la actual reforma. La entrada a la casa se realizaría por un fondo de saco (hoy desaparecido) que partía de la Calle de la Estrella.

La fachada principal es espectacular, aunque reconstruida después de la bomba que sobre el palacio cayó en la Guerra Civil (23 de julio de 1937), y se levantó entre 1534 y 1538, en esa época en que muchas construcciones perdieron su carácter de casa-fuerte y se rediseñaron con aires palaciegos. En esa altura desaparecieron las dos torres que daban a Santa María.

Amplia portada de medio punto, con grandes dovelas planas, dos hermosos balcones de ajimez y el espectacular blasón de los Mayoralgo, que milagrosamente cayó entero. El escudo presenta yelmo con un león por cimera y lambrequines haciendo atauriques y gruteschi. Las armas son excepcionales en la heráldica ibérica, en campo de oro media águila de sable media torre al natural. Esto es, un partido dimidiado del que pocos casos se encuentran por estos pagos. Bajo el blasón, una inscripción sacada de dos versículos del Antiguo Testamento y que hace alusión al mismo: Esto nobis turris fortis et renovavit, sicut aquilae, juventutem nostram . (Sé Tú señor para nosotros la torre de fortaleza y se renovará como la del águila, nuestra juventud)

Formato tarjeta postal. Edición Manuel Cilleros. Hacia 1910. Esta fotografía, al igual que otras, fueron encargadas por Manuel Cilleros a un fotógrafo francés, probablemente se tratara de Bienaime.

Fuentes: cacerespasoapasopiedraapiedra.blogspot.com.es , elperiodicoextremadura.com

2 comentarios:

  1. Como si lo hubiera escrito el mismísimo Conde de los Acevedos. Me ha gustado mucho.

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  2. Como si lo hubiera escrito el mismísimo Conde de los Acevedos. Me ha gustado mucho.

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